Nuestro viaje a Ámsterdam estaba llegando a su fin y, no podíamos marcharnos de la ciudad sin hacer algo muy holandés ¿Imagináis de qué estamos hablando?

Si queréis descubrirlo tendréis que seguir leyendo.

Día 6: Recorrer Ámsterdam como uno más

Una de las primeras cosas que a uno se le viene a la cabeza al hablar de Ámsterdam, o por lo menos a nosotros, son las bicicletas. Y no queríamos irnos de aquí sin alquilar una y recorrer la ciudad como uno más.

Nosotros alquilamos las bicis en el propio hostel, por simple comodidad (18€ 24h con candado incluido)

Nuestra primera parada fue Vondelpark, pasando de camino por Westergasfabriek (complejo de finales del s.XIX que alberga la  antigua fábrica de gas de la ciudad, convertido hoy en parque cultural y recreativo) Ambos lugares son ideales para entrar en contacto con  el «mundo ciclista» ( y más cuando uno no es muy diestro como es mi caso…)

Nuestra siguiente parada fue Museumplein, donde intentamos, sin ningún éxito, hacernos la típica foto en las famosas letras de: I amsterdam.

Tras nuestro fracaso, nos dirigimos a De Hallen (antiguas cocheras de tranvía transformados hoy en  mercado gastronómico)  En su exterior,  se encontraba el animado mercadillo local de  Ten KateMarkt, que tiene lugar de  lunes a sábado de 9 a 17.Aquí conocimos a Paco, un simpático chico sevillano residente en Ámsterdam, que nos hizo muy buenas recomendaciones para disfrutar nuestras últimas horas en la ciudad.

Su primera recomendación fue Burguerbar, cadena local de hamburgueserías. Son varios los establecimientos que podéis encontrar por la ciudad. Nosotros, en concreto, comimos en el de  Reguliersbreestraat 9, junto al mercado de las flores. El cual, lamentablemente, no disponía de baño…por lo que tras comer (dos pedazos de hamburguesas bastante sabrosas y contundentes por  unos 25€) nos fuimos a otro de los lugares que Paco nos había recomendado: La azotea de la biblioteca, junto a Central Station.  En la que, además, de disfrutar de unas excelentes vistas, gratuitas, de la ciudad es un lugar ideal para reponer fuerzas o bien tomar algo a un precio aceptable (Además, de para poder ir al baño)

Como estábamos al lado de la Central Station, se nos ocurrió coger el ferry gratuito e ir a visitar las afueras. Aquí, nos esperaban  inmensos campos verdes y casitas encantadoras. Carriles bici tan llanos y largos que si uno se descuida puede llegar a Volendam… así que mucho cuidado (pensad  que hay que volver)

Al atardecer, comenzamos a volver poco a poco.  Cuando quisimos darnos cuenta ya eran casi las 10 de la noche…

Decidimos pasar de nuevo por Museumplein a probar suerte…

Y, aunque había mucha menos gente, de nuevo nos resultó imposible sacar una foto solos… sin conseguir nuestro objetivo y sumamente cansados pusimos rumbo al hostel.

Eran cerca de las 11 de la noche cuando llegamos. Llevábamos desde las 9 de la mañana dando vueltas con nuestras bicis y yo no vía el momento de despedirme de ella…

Día 7: Vaarwel Ámsterdam (o lo que es lo mismo: Adiós Ámsterdam)

Nuestro vuelo no salía hasta las 21; por lo que teníamos casi todo el día por delante para recorrer y visitar de nuevo aquellos lugares que más nos habían gustado o ver aquéllos que no nos había dado tiempo.

Probablemente, coger hoy de nuevo la bici hubiese sido una buena idea; pero cuando uno no está acostumbrado, tras pasar más de 12 horas encima de una… como que al día siguiente es lo que menos te apetece (os lo aseguramos)

Así que compramos un billete sencillo (3€) y nos dispusimos a pasear. Y, como una de las cosas que más nos gustan son los mercadillos (aunque, he de decir que los de Ámsterdam no son los mejores que hemos visto) fuimos de nuevo al de Albert CuypMarkt, donde aprovechamos hacer algunas compras y a probar el típico «broodje haring» (bocadilllo de sardina, 2.5€)

El resto del día lo dedicamos a descansar y tomar el sol en un parque público (ya se sabe: «donde fueres, haz lo que vieres»)

Hasta la próxima semana viajeros.