Con escapadas así, viajeros, os aseguro que da gusto cumplir años.
El día comenzó visitando las bodegas del Marqués de Riscal (16€ por persona). La verdad, es que ninguno somos de beber mucho alcohol y mucho menos vino (en todo caso alguna cerveza o sidra) pero ya que nos pillaba de camino, ¿por qué no?
Además, su hotel, diseñado por el mismo arquitecto que el Guggenheim de Bilbao, merece una visita por si sólo. Impresiona, bastante, ver un edificio así en un entorno rural rodeado de viñedos.
La visita a las bodegas está bien, aunque quizá demasiado técnica para los no expertos en la elaboración del vino y, nosotros echamos de menos más datos sobre la familia y el origen de la bodega, en definitiva, anécdotas y «cotilleos» que la harían, desde, por lo menos nuestro punto de vista, más entretenida.
La cata del final (de dos de sus vinos), está bien sobre todo por el choricillo y el salchichón que te ponen de acompañamiento (bueno, el vino he de reconocer que también estaba bastante bueno) . Pero la visita en sí es un tanto cara para lo que en verdad ofrece: un recorrido de hora y media demasiado centrado en cómo se produce el vino y una cata de dos copas de vino con un pequeño aperitivo. Aun así, si estáis interesados en hacer la visita recordad que debéis reservar a través de su web.
Tras la visita y sacar como cien fotos del hotel pusimos rumbo a Arguedas, la puerta de las Bardenas Reales. Este pequeño y tranquilo municipio, por lo menos cuando fuimos nosotros, justo tras las vacaciones de Semana Santa, cuenta con un excelente parking para caravanas y furgoneteros, con unas vistas muy originales a las antiguas casa-cueva. Además, de estar en una zona tranquila, próxima a un supermercado (a escasos 20m) y al Bar Mayte.
Tanto si eres fan de «Juegos de Tronos» como si no, has de visitar al menos una vez en la vida las Bardenas Reales. Este singular paisaje que sirvió de escenario para el rodaje de la sexta temporada de la popular serie es uno de esos lugares imperdibles que tenemos en nuestro país.
El tiempo y la erosión han dado forma a este entorno único, que bien puedes visitar en tu propio coche o en bicicleta. El centro de interpretación de poco o nada sirve ya que apenas te dan ningún tipo de información. Bueno, sí, un mapa; pero teniendo en cuenta que la mayor parte del año (de febrero a septiembre) solo se puede visitar los 34km de perímetro del polígono militar que se encuentra en el centro de las Bardenas, resulta bastante difícil perderse. Y sí, habéis leído bien, parte de las Bardenas Reales es zona militar, donde los cazas de toda Europa hacen prácticas de tiro (o eso nos contaron los lugareños)
Y, por si alguno se lo estaba preguntando el motivo por el que no es posible salirse de ese perímetro de febrero a septiembre es por la anidación de las aves de la zona. ¿No os resulta curioso que nosotros andando molestemos a las aves y sin embargo un caza no?
A pesar de ser sólo 34 km y de hacerlos en coche, visitar las Bardenas nos llevó toda la mañana. Es imposible, no detenerse y no sacar fotos a cada paso.
Y tras visitar las Bardenas Reales, lugar que tenía muchísimas ganas de conocer, llegó el plato fuerte de la escapada…
El hotel aire de Bardenas.
Alojarnos en un lugar así, fue un regalo de 10 del que disfrutamos muchísimo los dos. (No os cuento mucho más, ya que en las próximas semanas tengo pensado escribir un post sobre los sitios con más encanto en los que nos hemos alojado en nuestros viajes y, en el que, por supuesto, incluiré este hotel)
Y dado que no es precisamente económico (290€ por noche en la burbuja) os dejo mi descuento de Booking , con el que os rembolsarán 15€ tras vuestra estancia.
Para cenar nos acercamos hasta Tudela, a unos 3km del hotel, donde degustamos algún que otro pincho. Si queréis también podéis cenar en el propio hotel, pero no es muy barato; tened en cuenta que el desayuno son 16€ por persona.
Intentamos exprimir al máximo el tiempo en el hotel y no abandonamos la habitación hasta las 12.
Sobre las dos estábamos cerca de Logroño, por lo que decidimos parar y recorrer su conocida Calle Laurel o «Senda del elefante», como la conocen los lugareños y hacer un recorrido por sus bares y pinchos más típicos.
Aquí os dejo fotos con los pinchos que nosotros probamos, además, de lo que nos costaron. Para nosotros el mejor con diferencia la «careta de cerdo» de La Tavina seguido del Champi del Bar Angel. Si queréis más información sobre otros bares de esta calle podéis consultar su web
Y ya con la barriga llena, rumbo a casa.
Y aquí, viajeros, concluye la escapada cumpleañera de este año. No me digáis que no ha molado.
Hasta la próxima semana.